Trinitaria rosada, que descansas en mi almohada
como un Ada desvelada que cayó despechada
y deslumbrada de una mala temporada,
donde el frío arropo su espalda.
Muchas espadas produjerón la cascada que destrozó su mirada.
Doncella prominente de la década dorada
que hoy queda bordada
en mi mirada frustrada,
que por el amor de esa dama
donaría hasta mi alma, para cuidar esa falda
de los tipos que andan,
así inmortalizarla como cuadro de esmeralda.
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