Pintaba con los pinceles mis pupilas. Se veía crecer el trigo en mi sonrisa y el sol desmantelaba el frío.
Así era la imaginación.
Entonces cuando el pez cruzó por la ruta más tóxica, su piel se tornó escamosa y llena de gris. Solo reclamaba la maldad.
Que pasa humano? me decía al oído, que pasa? ya tus pupilas lucen verdes, no como los árboles, lucen verdes como los dólares!
Es que estás regalando tu historia, tu moral y las flores por el simple interés?
Es que ya no quieres que te ilumine Dios y prefieres taparte tras una gran torre.
Bueno, si entiendes que los peces solo merecen el gris, mientras tú verde inmoral se gasta y destruye la humanidad.
Entonces creo que las flores ya no te pertenecen y la luz seguirá siendo sustituida por una que tú prendas y apagues para ocultarte del Dios.
Despierta R.D.
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